En varios estados, más del 30 por ciento de los casos de divorcio involucran la custodia de una mascota.
“Resulta que nunca me divorciaré de él. Él puede quedarse con los gatos”, se queja mi amiga porque no incluyó una cláusula sobre la custodia de los gatos en su contrato matrimonial. En California y otros seis estados desde 2018, casi el 30 por ciento de los casos de divorcio involucran quién vivirá con mascotas. La tutela conjunta está legalmente permitida en estos territorios y los jueces también deben tener en cuenta los intereses de los animales. Antes de esto, las mascotas se consideraban legalmente la misma propiedad que una casa y iba a parar a la persona que la compró originalmente. Ahora los tribunales se han vuelto aún más interesantes. Las exparejas luchan sin concesiones por los furbabies: proporcionan pruebas en vídeo de paseos y momentos de diversión juntos, prometen mejores condiciones de vida, publican documentos de clínicas veterinarias para demostrar quién los llevó a las citas médicas, llaman a testigos que pueden confirmar el afecto o incluso los casos de agresión de el propietario. Los abogados señalan que incluso las disputas por la custodia de los hijos son menos emocionales y más comprensibles. El tribunal otorga la custodia total a uno de los propietarios o a ambos, estipulando los términos y el protocolo de residencia, así como los términos de la transferencia. Los padres de mascotas peludas están obligados a discutir cualquier viaje, y cada uno de ellos puede imponer una prohibición a la mascota de salir del país durante las vacaciones. Existe un vacío legal para evitar disputas legales: registrar inicialmente a los animales como niños. En este caso, los padres no tienen derecho a reclamarlos.
Los veterinarios de Los Ángeles dicen que las mascotas divorciadas experimentan estrés extremo, ansiedad por separación, problemas de conducta como ataques de pánico, y se les exige que se les receten antidepresivos o dulces con infusión de marihuana (CBD) como medicamentos contra la ansiedad.
Miro a mis peludos y empiezo a sospechar que tal vez un amante atento no se limite a colmarlos de golosinas. En todo caso, el juez no tendrá dudas sobre el cuidado de estos perros, sobre todo si se tiene en cuenta su opinión.
Autor: Yunia Pugacheva
