La escala de calificaciones estadounidense existe desde 1883.
Seguro que muchos de vosotros habéis notado en las películas americanas que cuando a los estudiantes se les entregan hojas de examen, en lugar de las habituales notas en forma de números, en ellas se escriben las letras del alfabeto latino. Y es divertido observar las reacciones de los estudiantes, especialmente aquellos que obtuvieron una A+ versus aquellos que obtuvieron una F. Históricamente, el sistema de calificaciones en los EE. UU. se ha basado en letras tanto en las universidades como en las escuelas. Entonces, allá por 1883, los profesores de la Universidad de Harvard comenzaron a utilizar las letras A, B, C, D, F para determinar el rendimiento de los estudiantes, donde A es excelente, B es bueno, C es satisfactorio, D es débil y F es insatisfactorio. Como puede ver, en Estados Unidos este sistema es de cinco puntos y en Rusia, por ejemplo, de cuatro puntos. Para que quede más claro, A corresponde a nuestro "5", B - "4", C y D - "3", ambos pasan, pero F es "2". Como ocurre con todo, los profesores pueden sumar pros y contras a las calificaciones, pero normalmente estas sumas no afectan el resultado final.
Muchas escuelas estadounidenses adoptan el enfoque de que las calificaciones son un asunto personal de cada estudiante y los profesores no comparten su desempeño con otros estudiantes ni con la clase en su conjunto. Creo que es por eso que las calificaciones en Estados Unidos no causan rivalidad ni envidia entre los estudiantes. Sin embargo, en los EE. UU. las calificaciones escolares son importantes porque determinan la obtención de un certificado que puede ayudarle a ingresar a la universidad. Aquellos estudiantes que se ubican entre los diez primeros reciben un certificado de Altos Honores (nuestro certificado de honores). El segundo y tercer décimo brindan la oportunidad de recibir un diploma de honores, lo que también es un logro excelente. Y aquellos que no entran en estas categorías reciben un certificado de educación secundaria.
Autor: Antón Nayanzin
